El paso del tiempo de Álvaro Galafate Ojea, 1º ESO
Personajes:
Abuelo Miguel
Martín, el nieto
Sebastián(barrendero)
(Abuelo y nieto dando de comer a las palomas en un parque …)
Abuelo Miguel.- ¡Qué día más bonito hace hoy! El sol está resplandeciente.
Martín.-Sí, abuelo. Me encanta estar hoy aquí contigo disfrutando del día de mi cumpleaños.
Abuelo.-¡Ay, Martín!, querido nieto… ¡Qué daría yo por tener tu edad y poder correr, saltar y jugar como tú!
Martín.-Abuelo, pues a mí me gustaría ser como tú para no tener que ir al cole, levantarme temprano y hacer deberes. Tú tienes mucho tiempo para pasear y hacer lo que quieras.
(Risas)
Abuelo.- ¡Ja,ja,ja! No corras tanto, algún día llegarás a mi edad y te darás cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo. Entonces querrás volver a tener diez años.
(En ese momento aparece un barrendero del parque)
Barrendero.- ¡Buenos días, Miguel! ¿Cómo estás?
Abuelo Miguel.- Buenos días, Sebastián. Estoy bien, aquí acompañado de mi nieto Martin.
Barrendero.- ¡Pues sí que ha crecido! ¡Parece que fue ayer cuando lo traías en el carrito tan pequeño. ¡Y ahora ya tiene 10 años! Es increíble cómo pasa el tiempo.
(Martín mira a uno y a otro y no entiende por qué los mayores hablan así del tiempo, para Martín el tiempo pasa muy lento. Sus vacaciones no llegan nunca y los días son muy largos)
Martín.- Abuelo, tengo hambre, ¿nos vamos a casa a comer? Son las dos de la tarde.
Abuelo Miguel.- Sí, verdad, Martín , creo que es hora de irse a comer.
Martín.- Esta tarde es mi cumpleaños y voy a hacer una gran fiesta con mis amigos. Estoy deseando llegar a casa para ayudar a mamá a prepararlo todo. Tengo que llenar los globos, hacer los bocadillos y recoger la tarta, ya que todos vienen a las seis. ¿Me vas a ayudar a prepararla, abuelo?
Abuelo Miguel.- Por supuesto, Martín. ¿Ves cómo ahora te alegras de ser un niño? Cuando yo era pequeño me encantaba celebrar mi cumpleaños con mis amigos. Recuerdo que salía al jardín de mi casa y jugábamos a la pelota y a las canicas. Ahora ya los cumpleaños no me gustan tanto porque cada vez estoy más cansado, más viejo y más sólo.
(Martín cogiendo de la mano a su abuelo )
Martín.-No te pongas triste, abuelo. Tú no estás sólo, yo siempre estaré a tu lado cuando me necesites. Cuando salga del colegio, iré a buscarte y pasearemos por el parque juntos dándole de comer a las palomas y disfrutando el paso del tiempo.
(Martín y su abuelo se abrazan felices).
ACTO ÚNICO de Alicia Pons López, 2º de ESO
Escena 1
(Se abre el telón dejando ver una deteriorada habitación. Junto a la puerta hay una ventana con cortinas y a un lado de la sala, una pequeña mesa de aspecto antiguo. Sobre ella una lámpara que ilumina un montón de folios, algunos escritos y otros en blanco. Junto al escritorio un cuerpo inmóvil y tirado en el suelo. Un señor de aspecto mayor, con ropa arreglada y con un agujero sangrante en la frente. A la izquierda del cadáver, tres chicas están discutiendo.)
CELIA: (Yendo de un lado a otro de la habitación) Mierda, mierda, mierda…
PALOMA: ¿Qué vamos a hacer ahora? ¡No puedo ir a la cárcel, soy muy joven!
CELIA: Si vamos a la cárcel, seguro que nos apuñalan con una navaja. (Sin parar de dar vueltas)
PALOMA: Seguro que nos ponen en celdas separadas.
CELIA:No lo permitiré. (Se queda quieta)
EMILIA: ¿OS QUERÉIS CALLAR DE UNA VEZ? (Las dos chicas dejan de hablar) ¡Nada de esto hubiera pasado si Paloma no nos hubiera traído a casa de un famoso!
PALOMA: ¿Yo? ¿Y quién le ha dado con un libro porque pensaba que el zumo de naranja que nos ha ofrecido estaba envenenado?
EMILIA: ¡Al menos yo no me he asustado y le he pegado un tiro en la cabeza como Celia!
CELIA: No, ahora no me metáis en vuestras peleas. ¡Yo tan solo usaba mi instinto!
PALOMA: Sí, tu instinto de mierda.
CELIA: Te vas a enterar. (Celia se abalanza sobre Paloma y la empieza a agarrar de los pelos).
EMILIA: Chicas… ¡Chicas!
(De repente alguien llama a la puerta. Las jóvenes se quedan inmóviles ante ese sonido.)
EMILIA: ¡Shhhh! (Susurrando) Si no contestamos, se pensará que no hay nadie y se irá.
(Las tres se quedan en silencio durante unos instantes, pero el ruido vuelve a sonar y ahora más fuerte. Alguien al otro lado de la puerta empieza a hablar.)
SEÑOR: ¿Estás ahí? (Las amigas se miran asustadas y el señor vuelve a llamar.) Vamos. Sé que estás ahí. Abre la puerta.
PALOMA: (Sin elevar la voz) ¿Será la policía? CELIA: Ay, Dios.
EMILIA: ¡Shhhh!
SEÑOR: Venga, no estoy para bromas.
CELIA: ¿Y si nos escapamos por la ventana?
EMILIA: Chicas…
PALOMA: ¡Sí! Podríamos hacer una especie de escalera humana.
EMILIA: Chicas…
CELIA: ¡Exacto! Y después nos…
EMILIA: ¡Chicas! (Ambas se quedan mirando desconcertadas a Emilia) Ya está. No podemos hacer nada más. Hay que entregarse.
PALOMA: Pero…
EMILIA: Pero nada. Ya es hora de asumir la culpa.(Celia y Paloma asienten con la cabeza)
(Las tres se dan un abrazo y se dirigen hacia la puerta para abrirla. Toman aire y giran el pomo.)
SEÑOR: Hombre, por fin.. ¿Quiénes sois vosotras?
CELIA: ¿Y usted?
SEÑOR: Rodrigo Marín. Quizás me conozcáis por muchas de mis famosas obras: “¿Quién eres tú?”, “Vas al más allá”…
EMILIA: Espera. Si tú eres el escritor, entonces… ¿Quién es él?
Acto IV de Míriam Moreno López de 3º de ESO
Escena 6
Miguel aparece sentado en un banco del parque con aspecto triste. Su mirada se pierde en el lago que tiene enfrente. Es 14 de septiembre.
MIGUEL. – Son las seis y diez (mirando insistentemente el reloj en su mano izquierda) Hoy te estás retrasando. (Miguel saca una bolsita con migas de pan del bolsillo de su chaqueta y las tira a las palomas. Vuelve a mirar el reloj)
MIGUEL. – ¡Nando! Por fin estás aquí. Te has retrasado. (Poniendo una leve sonrisa en su cara)
NANDO. – (Caminando hacia el banco con las manos en los bolsillos y una amplia sonrisa) ¡Lo siento, papá! Se me fue el santo al cielo…
(Ambos ríen)
MIGUEL. – ¿Qué tal estás, hijo? ¿Eres feliz? ¿Te tratan bien?
NANDO. – Sí, papá. Ya sabes que yo hago amigos debajo de las piedras… (Sonríe de nuevo)
Jugamos casi todos los días al pilla-pilla o al escondite, y antes de acostarme la abuela siempre me lee un cuento de buenas noches… (Emocionado).
MIGUEL. – ¿Sí? Me alegro mucho hijo mío.
NANDO. – ¿Y tú, papá? ¿Qué has estado haciendo estos días? ¿Has visto a los primos? ¿Habéis hablado de mí?
MIGUEL. – (Riendo) Oye, oye, ¿de dónde salen todas esas preguntas? Pues mira, fui a ver a los abuelos Jaime y Lola el martes pasado. Estuvimos hablando de ti y dijeron que te echaban de menos. En cuanto a tus primos, no los he podido ver esta semana porque se han ido de viaje, pero la semana que viene les diré todo lo que me has contado hoy, ¿te parece bien? (Mira a Nando con una pequeña sonrisa).
NANDO. – ¡Sí! ¡Y… y cuando nos volvamos a ver, me cuentas cómo ha sido su viaje! (Con una sonrisa de oreja a oreja).
MIGUEL. – Bueno, toma. (Le acerca la bolsa de migas de pan). Dale de comer a las palomas tú también. Seguro que si se las tiras tú les sabrán mejor.
(Nando sonríe y tira migas de pan a las palomas junto a su padre durante unos minutos)
NANDO. – (Suspira). Bueno, papá, creo que ya va siendo hora de que me vaya. Está cayendo la tarde y me esperan. Espero verte pronto. (Sonríe tristemente y se levanta del banco).
MIGUEL. – Espera, Nando. ¿No te olvidas de algo? (Saca una pequeña caja de su bolsillo).
Feliz cumpleaños, hijo mío. (Coge la cajita, le da unas vueltas en sus manos y se levanta dejándola suavemente en el banco).
NANDO. – ¡Gracias, papá! (Se aleja, se da la vuelta para echar una última mirada hacia atrás, suelta una risita inocente y agita su mano diciendo adiós) Dile a mamá que la quiero, y a Marcos, que lo echo de menos y que puede quedarse con mi patín.
MIGUEL. – Espero que te guste. (Susurra y mira al cielo mientras se seca una lágrima). Espero que te guste, hijo. Hasta el próximo cumpleaños.
La percepción del tiempo de Claudia Dobarganes Fernández de 4º ESO
(Delante de la torre del reloj de la plaza del pueblo, un niño se acerca a hablar con un abuelo)
NIÑO: ¡Hola!
ABUELO: Buenas tardes, muchacho.
NIÑO: ¿Te puedo hacer una pregunta?
ABUELO: Claro.
NIÑO: Cuando yo sea mayor, ¿voy a morir?
ABUELO: Sí, hijo mío, pero queda mucho tiempo todavía. Aprovéchalo porque se pasa volando.
NIÑO: Joo, pues a mí se me pasa súper lento. (Con el ceño fruncido y cruzando los brazos)
ABUELO: Jajaja, a mí también me pasaba.
NIÑO: ¿Y qué es el tiempo?
ABUELO: El tiempo es nuestra vida, niño, es muy valioso. Nos arrebata cosas como los años, pero nos regala experiencias nuevas a lo largo de la vida.
NIÑO: ¿Y por qué a ti se te pasa tan rápido?
ABUELO: Cuando eres viejito, te queda menos tiempo de vida y aprovechas hasta el último segundo del día. El tiempo es oro cielo, ya lo comprobarás. Te quedan muchas cosas por vivir: habrá una nena del cole que te guste, terminarás trabajando como papi y vivirás cosas impresionantes que querrás repetir.
NIÑO: (Emocionado) ¡Qué guayy! Cuando sea un pelín más mayor, hablaré con el tiempo y le diré que sea infinito para nosotros dos para que podamos jugar juntos y quedarnos con la misma edad siempre.
ABUELO: (Risa floja) Vale,renacuajo. Ahora, disfruta y ve a jugar con tus amigos al parque que te están esperando.
NIÑO: Valee, pero, no me has dicho cómo te llamas.
ABUELO: Javier.
NIÑO: ¡Hala!, como yo. ¡Adiós, Javier!
ABUELO: (Con tono nostálgico) Adiós, Javito, ojalá volver a ser cómo tú…