MICRORRELATOS GANADORES 2023

LA VOLUNTAD DE LOS MUERTOS

Avancé guiado por la intuición y la curiosidad, de esa que mata al gato. La hierba crujía a mi paso, el viento soplaba advirtiendo que no estaba solo esta noche. Fui guiándome en la oscuridad apoyándome en las viejas piedras de lo que parecía ser un castillo, hasta que al fin pude colarme dentro de él. Mi respiración era agitada y mi estómago rugía sin parar, tendría que esperar. Leí en voz alta el cartel:

– Castillo de San Romualdo – resonó en las paredes huecas de la arcaica fortaleza. Al terminar de pronunciar la última sílaba oí unos fuertes susurros gritar mi nombre.

Me giré instantáneamente y vi como enormes masas blancas se dirigían hacia mí. No supe identificar qué era, tampoco si existían o eran un simple fruto de mi imaginación. Avanzaban muy rápido, tan rápido que me atraparon y me arrastraron hacia ellas. Con los leves rayos de la luna vislumbré los cuerpos esqueléticos más humanos que nunca había visto. Justo cuando iba a patalear, iba a luchar por vivir, todos desencajaron la boca y gritaron:

– ¡Tú no vivirás! – Se desplomaron y cerré los ojos como acto reflejo. Nunca más volví a abrirlos.

David Sánchez Melero, 1º Bachillerato

San Fernando 

Me encanta San Fernando, cada vez que vengo me imagino junto a él caminando de la mano por todas las calles disfrutando de las vistas, los edificios y la naturaleza. 

Me imagino a nosotros sentados en los bancos del parque mientras él me cuenta las leyendas del Castillo de San Romualdo, su lugar favorito de esta ciudad, y como siempre solo de pensarlo se me instala esa presión en el pecho que tan complicada es después de quitar. 

Hoy, como siempre que estoy en la ciudad, he decidido visitarlo y estar con él. Así que voy a ese lugar que tanta tristeza pero a la vez tanta alegría me transmite, me agacho junto a él, le cambio las flores y le digo: “Te quiero, abuelo”. 

Marta Vigo Sanz, 4º ESO

DIARIO DE UNA ESTRELLA

Hoy volví a salir, como de costumbre.

Desde mi abismo solitario puedo verlo todo, el castillo de San Romualdo, la iglesia, y lo que más me gusta, la playa.

Todos los días espero y espero y justo cuando me voy a ir aparece ella.

Todos los días viene sola a la playa para ver cómo me voy.

Sé que nunca podré decirle lo que siento, así que solo puedo volver a salir mañana para así poder verla de nuevo.

Marcela Delgado Valverde, 3º ESO

 La ilusión

Entra sigilosa en su cuarto, cansada se tumba en su cama y empiezan las sensaciones de cada año. Es una combinación de miedo pero a la vez esperanza. “¿Que traerán este año?” No puede dormir por un extraño cosquilleo en el estómago.

Recuerda esa tradición de ir al castillo San Romualdo para entregar su carta doblada.

Nota una caricia en su pelo color plata.

-¡Mamá, que ya los niños están abriendo los regalos!

Tocan el suelo unos pies arrugados. Ella, aun con la enfermedad, sigue teniendo la misma ilusión, ya que no le importa ser una niña pequeña o una mujer mayor que vive en una vida que a menudo olvida.

Mar Delgado Muñoz, 2º ESO

LA HISTORIA DEL FÓSIL

Ella esperaba tanto ese día, pues por fin lo iba a ver. Eran las 16:00 de la tarde, y ya se estaba preparando para la Gran Noche de Halloween. Él la esperaba en el castillo San Romualdo, allí se verían después de seis meses. Entraron al castillo, ya que ese día se podía visitar. Un guardia los acompañó hacia una fría y oscura estancia, mientras contaba una terrorífica historia. Cuando los dos estaban dentro, contemplando aquello, el guardia cerró la puerta. Ellos se sorprendieron, pues no lo

esperaban. Pidieron que les abrieran, pero nadie lo hizo. Ellos no sabían ni si los oían. Pasaron muchas interminables horas, nadie abría la gruesa puerta. Allí se quedaron, acurrucados, juntos, con hambre y frío.

Ellos siguen en el castillo, pero ahora en forma de fósil. Nadie sabe su verdadera historia, excepto yo, y ahora tú…

Se dice que, si vas en la Noche de Halloween, un minuto antes de las doce de la noche, puedes que los veas, pero no en forma de fósil, a aquellos dos hermanos…

Sol Amador González, 1º ESO

TINTA ETERNA

Una noche de luna llena, en el antiguo Castillo de San Romualdo, donde la bruma nocturna envolvía las almenas y pasillos de piedra, Andrea, una chica amante de lo desconocido, se aventuró a investigar los rumores que rondaban el lugar.

Explorando sus estancias olvidadas y consumidas por el polvo, una presencia gélida la envolvió. Mientras avanzaba, empezó a escuchar lo que parecían unos sutiles pasos a su espalda, pero al girarse, solo encontró oscuridad. Asustada pero, aún más intrigada, descendió hasta las mazmorras, donde las cadenas oxidadas crujían como susurros fantasmales.

Al llegar, encontró un antiguo diario donde se narraban los crímenes y torturas cometidas en aquel lugar… A medida que leía se percataba que la tinta aún estaba fresca, haciendo que resonaran con eco las maldiciones que importaba.

De pronto, en un destello de luz, las sombras cobraron vida, figuras espectrales se materializaron, y una maldición latente, resurgió.

Desesperada, en un vano intento por huir, echó a correr, pero ya era tarde, pues a medida que avanzaba veía cómo todo se desvanecía, quedando atrapada en la eterna condena de aquellos que la historia olvidó.

Andrea Rodríguez Torres, 2º de Laboratorio